lunes, 13 de febrero de 2012

Melanie

Hoy como todas las mañanas he cogido el metro para venir a trabajar. En una de las estaciones, no sé muy bien cuál, quizá Carpetana se ha montado Melanie, una niña preciosa: ojos rasgados y negros como el carbón, la piel morena y el pelo prieto lacio. Preciosa, ya digo.
Hemos entablado conversación, porque me encanta hablar con los niños, me dicen más con sus historias increíbles que mil adultos con datos científicos. Me ha dibujado en el cuaderno la letra H y la CH, les ha puesto cara y pelo, las ha vestido y les ha calzado unos zapatos diferentes a cada una: esta lleva cordones, esta puntitos, esta... No ha dudado en ningún momento, las conocía muy bien, eran amigas, salían en su libro de las letras. Luego me ha dibujado a mi, me ha puesto pelo largo, he quedado guapa. Me imagino que mi alma sea así, unos trazos de niña de 5 años, feliz.
Le he dicho a Melanie que pintaba muy bien, ¿vas a ser pintora de mayor? Ella ha negado con su cabecita, y sus dos coletas han aleteado cual mariposas en el vagón y este se ha llenado de colores. Melanie me ha dicho que va ser médico y entonces yo muy ilusionada, me he ofrecido como paciente: Cuando sea viejecita iré a tu consulta... pero ¿te acordarás de mí?. Melanie ha perdido la mirada y con sinceridad ha contestado: No lo sé.
Cuando yo sea viejecita, ireá a la consulta del médico, me recibirá una guapa doctora joven, preciosa, de ojos rasgados y negros como el carbón, la piel morena y el pelo prieto lacio. Preciosa, ya digo. Leeré en la bata blanca bordado su nombre: Melanie. Inmediatamente reconoceré a la niña con la que compartí unos minutos mágicos en un trayecto en metro y para que ella recuerde sacaré unos papeles amarilleados por el tiempo y le mostraré los dibujos que hay en ellos. Ella sonreirá reviviendo aquel instante y ambas regresaremos a aquel vagón y volverá a dibujarme en mi cuaderno las mismas letras, otras letras..

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